Cambiaste de canal infinitas veces, ojeaste los titulares de diarios y revistas de distintas ideologías, te fijaste en el tamaño y tipo de letra, en la foto de tapa, en quién hablaba pero no lo que decía.
Y así te hiciste una imagen deformada de la realidad. Te metiste con ella, pero no en ella, y no preguntaste en serio, porque no te interesaba la respuesta que otros podían darte, sino la respuesta que tú ya tenías prescripta dar, porque sonaba bonita, convincente y motivadora.
Armaste un discurso mediocre que repites una y otra vez, porque no eres conciente de tu enorme desconocimiento de la realidad, de la historia, de lo que cada sociedad ha ido forjando en el devenir de los años, de cómo las complejidades culturales, políticas y económicas, han fraguado lo que el mundo es hoy.
Sólo sé que no sé nada, asumía Sócrates con total humildad y plena conciencia de las limitaciones humanas. Sin embargo hoy con la sola disponibilidad de mayores medios creemos haber rebatido esa máxima socrática, y nos consideramos capaces de opinar sobre cuanto tema caiga en la palestra, con la altura de una charla de bar, pero con un rebuscado lenguaje académico, político o empresarial. Con la velocidad del zapping, y con su misma profundidad.
Seamos concientes de que no lo sabemos todo, ni estamos cerca de poder hacerlo, no seamos soberbios, no nos autoengañemos con palabras encantadoras y fuertes, si no tienen fundamento, y si realmente no son fundantes en nuestra vida. De demagogos y vendedores de ilusiones está lleno el mundo, y más aún de una masa cada vez más apática de consumidores de discursos.
Como todo, si el contenido es superficial y siempre el mismo, y no llega a revolver nuestras entrañas, por más que le cambiemos la forma, el envoltorio, al tiempo aburrirá, y nuestro proyecto será sustituido por otro fuego artificial que brille más. Diría que, como todo lo que se vende y compra, algún día será descartado, y sustituido por algo más bonito.
Demos ejemplo de nuestra madurez, de nuestros años de formación, de nuestros estudios, de nuestros días dedicados al trabajo voluntario… de nuestro deseo sincero de cambio. Que no sean solo elementos para construir “marketing social”, bastardeando términos como justicia, pobreza, desigualdad, empoderamiento, desarrollo, compromiso, liderazgo, oportunidades, necesidades, futuro. Asumamos un compromiso real con la verdad y la justicia, además de la belleza de las formas. Asumamos que ese compromiso puede llevarnos la vida completa, y que por el mismo no debemos esperar aplausos.
Maria Pia Pirelli
Habilitación Social e Investigación