Se me cierran los ojos, tengo sueño y estoy pensando en terminar todo rápido para irme a dormir temprano.
Habiendo terminado de estudiar todos los temas para el parcial que me define la nota del año, y sabiendo que si lo salvo, no voy a estudiar en enero pienso en irme para afuera con mis amigos y gozar de un verano divertido.
Y si lo pierdo, voy a tener que volver el 15 de enero para encarar a estudiar.
Esta es la preocupación que tengo esta noche.
Me llaman para que vaya a cenar, está la comida pronta. Me voy a tomar algo para el dolor de cabeza porque no lo soporto más y voy….” Los pensamientos de Juan rondaban en su cabeza. Pensaba y pensaba, su única preocupación era estar dentro de 5 meses en la playa, con su novia y sus amigos.
“La cumbia sigue sonando en la casa del vecino, ya cenamos hace un largo rato… dos horas o quizás un poco menos. La tele es la única protagonista de esta noche, me encuentro con mi pareja y mis dos hijos, el programa central del canal 4 marca eran las 10:01pm. Estoy cansado, agotado, los músculos me duelen mucho y el tajo que me hice en la tarde sigue ardiendo. Estoy preocupado, las ganancias del día de hoy alcanzaron justo para hacer un guiso y darle de comer a mi familia. Llueve, tengo miedo de que se llueva el techo a las 3 de la mañana y me tenga que levantar, salir de mi casa y tapar la gotera con lo que encuentre… igual ya estoy acostumbrado… es algo que me pasa habitualmente. Lo que más me preocupa… mañana. Si sigue lloviendo, se me va a complicar para salir con el carro.
Por suerte oigo los relinchos del tostado, todavía tengo la herramienta para el trabajo de mañana… El ahora es la preocupación que tengo, el mañana es la preocupación de mi vida”.
La edad, el barrio, la ciudad, la gente que los rodea, los sueños, y las esperanzas son las cosas que tienen en común Juan y Maicol. Dos, son las cuadras de diferencia que dividen sus casas. Y la oportunidad es lo que uno tuvo y el otro no.
Francisco Cobas
Formación y Voluntariado